
El Cristo de la Agonía fue ejecutado en 1622 durante el lustro magistral de Juan de Mesa, entre 1618 y 1623. Se trata del sexto de los 11 cruzificados tallados por éste, de los cuales los dos últimos siguen aún sin haber sido identificados. En el contrato de hechura de la escultura, se acordó hacerla en madrea de cedro blanco, sin policromar, pues a principios del S. XVII esta labor era propia de pintores supervisados por los escultores.
La escultura de este impresionante Cruzificado se halla en perfecto equilibrio entre la divinidad de un Dios asido a su trono de martirio y el realismo del drama de la agonía de un hombre. Además, cumple todos los requisitos para definirlo como un gran imán de fervor y devoción debido a su grandeza y decoro, por su fuerte garra expresiva y por su sencillo lenguaje evangelizador.

Tanto en calidad como en tamaño, 2.18m, el Crucificado de la Agonía destaca sobre el resto de los realizados por Mesa, erigiéndose como la obra cumbre del "imaginero del dolor". Dicho esto, entenderíamos por tanto que se trataría de una de las esculturas más sobresalientes del arte español. Si bien Mesa es reconocido como el más dramatico de los escultores barrocos andaluces, no cabe duda que de las imágenespor él realizadas, pues con ella rompió decididamente con los cánones montañesinos, conjugando su propio lenguaje plástico de herencia helenística.

El estudio anatómico de laimagen es de un asombroso verismo idealizado. La complexión del cuerpo es atlética, con amplia caja torácica y anchas caderas. E´ste apolíneo cuerpo, exento de descomposiciones patéticas, posee un acertado modelado que subraya la tensión de aquellos musculos que, por lógica, contribuyen a fingir la sensación de incorporación de la figura sobre los clavos de los pies, bien para tomar aire, bien para dirigirse al Padre. La efigie se yergue sólidamente sobre la pierna izquierda, escorzándose hacia su derecha. Los brazos se disponen de forma horizontal, lo cual invierte en otorgarle al cuerpo una gran sensación de ascensión. La imponente cabeza, con corona de espinas tallada en el mismo bloque, dirige la mirada hacia el cielo con un movimiento violento hacia su derecha y arriba. La boca abierta, la mirada suplicante y las cejas elevadas por el músculo superciliar o músculo del dolor, nos recuerda a la del Laoconte, aunque su ademán transmite más dulzura que brusquedad y patetismo.

El tipo de sudario cordífero, que por vez primera pusiera en práctica el Cristo de la Conversión de Sevilla, deja entrever la cadera izquierda. Se trata del más agitado y turbulento de entre todos lo por él esculpidos, y está dibujado basándose en finos y profundos pliegues.
Muy interesante
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